El sonido como canal directo al cuerpo.
En ocasiones las emociones nos desbordan, un enfado que sube como una ola, una tristeza que parece no tener fin, o ese nerviosismo que se instala en el pecho sin pedir permiso. Son momentos en los que nos gustaría tener un botón de pausa, y aunque no exista uno literal, el sonido puede ser una especie de refugio. Un ancla, una forma suave de volver a ti.
Lo bonito del sonido es que no necesita que lo entiendas, no tienes que “hacer” nada, solo escuchar. Tu cuerpo sabe qué hacer con las vibraciones, con los ritmos, con las frecuencias. A veces una nota grave y sostenida basta para calmar una tormenta interior. Otras, un patrón repetitivo ayuda a estabilizarte.
¿Has notado cómo ciertas músicas te hacen llorar sin saber por qué? O cómo otras te invitan a moverte, como si algo dentro de ti despertara. Eso no es casualidad: el sonido atraviesa la mente racional y llega directo al sistema nervioso.
Déjame compartirte algunas ideas que puedes probar según lo que estés sintiendo.
Cuando estés enfadado o frustrado prueba sonidos graves, envolventes, que te permitan “sentar” esa energía. También puedes usar percusiones lentas o repetitivas.
Cuando sientes ansiedad o inquietud las frecuencias suaves, los sonidos largos y sostenidos, como cuencos tibetanos ayudan a bajar el ritmo interno. También puede ser útil seguir una respiración guiada con acompañamiento musical.
Cuando estés triste o con el corazón cerrado prueba algo más melódico, con notas cálidas o vocales suaves. El sonido puede abrir un espacio para sentir sin juicio, y poco a poco dejar que algo se libere.
A veces simplemente ponerte auriculares y escuchar conscientemente cualquier pieza que te atraiga puede ser un primer paso.
Observa qué partes de tu cuerpo reaccionan, qué imágenes aparecen, el sonido puede ayudarte a poner nombre a lo que te ocurre.
Busca un lugar tranquilo donde puedas estar unos minutos sin interrupciones, ponte una pista que sientas adecuada a tu estado emocional (puedes explorar las de Inner Garden Sonora).
Cierra los ojos, respira, deja que el sonido te envuelva.
Un jardín interior también se riega con sonido, las emociones intensas no son enemigas, son mensajeras, y a veces solo necesitan un espacio para expresarse sin palabras.
El sonido puede ser ese espacio, y si un día te cuesta sostenerlo tú solo, recuerda que aquí estoy, con música creada precisamente para eso: acompañarte a sentir, sin prisa, sin juicio.
Erik Garcera
Inner Garden Sonora CEO

Estaré encantado de leer cualquier sugerencia!